1905. La primacía del ferrocarril
En estos primeros años del siglo, tan importante como el firme era el trazado de las carreteras. Construidas sin pensar en aspectos como la velocidad o la seguridad, tenían curvas muy pronunciadas y las pendientes podían alcanzar unos desniveles del diez y el doce por ciento. Por unos motivos u otros, los viajes por estos caminos se hacían largos y agotadores, y por ello, el ferrocarril se imponía como el principal medio de transporte tanto de viajeros como de mercancías. Era más rápido, confortable, económico y seguro.
Las diligencias se convierten en algo del pasado. En cuanto a los coches de caballos, su labor quedó reducida al transporte de viajeros hasta y desde las estaciones de tren. Los que mejor soportaron la competencia ferroviaria fueron los carros, que transportaban mercancías. En trayectos cortos y medios, resultaban más cómodos que el tren, pues evitaban la rotura de la carga al pasarla de uno a otro y permitían llevar la mercancía hasta su destino final.